Sagrados Titulares
Santa Cruz de Jerusalén
Según se recoge en la contabilidad del periodo comprendido entre el 4 de julio de 1813 al 17 de abril de 1814, se pagaron 120 reales por “platear y sincelar los costados de la S.ta Cruz de plata fina” a Miguel Márquez. No tenemos la menor duda que se le estaba abonando dicha cantidad al afamado escultor antequerano que había intervenido ya en la Virgen del Socorro, el cual además era en estos años el artista de referencia para la recuperación del patrimonio en la archicofradía. Lo que llama la atención es que se le pagase en esta ocasión este trabajo de platería, lo que vendría a demostrar por otra parte su versatilidad artística. No obstante, lo más sensato sería pensar que Márquez realizó el nuevo diseño y que para materializarlo se debió apoyar en algún oficial de platería versado en estas técnicas del cincelado y el repujado. Un trabajo que probablemente sea el que aún se mantiene en las chapas de la cara trasera de la actual Santa Cruz en Jerusalén. Y lo creemos así, pues el diseño que muestra se basa en un juego floral aún de cierto recuerdo barroco, aunque con la moderación y simetría propia del gusto neoclásico. Tanto en la trasera de la cruz mayor como en las de las cruces menores, jugosas margaritas de ocho pétalos y pistilo cubierto con una trama cuadriculada se disponen en simetría entre estilizadas hojas de acanto que en cadeneta cubren toda la superficie. Además, con un diseño mucho más esquemático, a base de ondas o bucles enlazados con flores en el crucero, se resuelve la decoración plateada de la cruz que también ejecuta este mismo escultor para el altar de la Santa Cruz en Jerusalén de la iglesia de Santa María de Jesús entre 1818 y 1819. En esta ocasión, fue realizada ex novo con la finalidad de reservar la referida con anterioridad para la salida procesional, encargándose de hacer su alma de madera de ciprés el carpintero Nicolás de las Cruces.
Será en 1894 cuando se facturen las nuevas chapas que se ejecutaron para la Santa Cruz en Jerusalén, además de la restauración de las antiguas, por la tienda-taller de Castillo y Costi de Córdoba. Este establecimiento, regentado por los plateros Felipe Castillo y Antonio Costi, realizaron unos trabajos de “el blanquecido y bruñido de las chapas antiguas”. aunque sea complejo determinar cuáles fueron las partes añadidas por estos plateros a la cruz realizada por Miguel Márquez, creemos que el frente principal de las cinco cruces fue ejecutado en este momento, mientras que el reverso mantuvo la obra de 1814. De hecho, el diseño del sinuoso tallo alabeado que recorre toda la superficie del frente principal, dejando huecos a grandes crisantemos, carnosos claveles, margaritas abullonadas y estilizadas azucenas entre hojas alargadas y otras triangulares, recuerda las decoraciones florales propagadas por la tendencia británica Arts & Crafts, las cuales fueron muy recurrentes en los diseños decorativos y ornamentales de finales de esta centuria. Tan solo difiere de este ornamento floral el motivo dispuesto en el crucero de la cruz principal, ya que en relieve se recrea la iconografía eucarística del cáliz con la sagrada forma, reproduciendo el primero una peana lobulada y troncocónica y nudo periforme que igualmente se adecúa a los modelos de esos años. Parece que se añadieron ahora también los rayos biselados en el crucero de cada una de las cruces, ya que serían las hechuras en plata dorada contabilizadas. E igualmente, todos los listeles y laterales de la pieza y el vástago de perfiles rectos donde se yergue, cubierto por una trama romboidal y con detalles florales, son también obra de este taller cordobés, aunque esta última hechura fue ejecutada en 1898.
Además, a la renovada Santa Cruz en Jerusalén también se le añadieron los dos ángeles mancebos (uno de pie y otro de rodillas) que le acompañaron y escoltaban cada tarde del Viernes Santo en su trono hasta la Guerra Civil, pues dichas esculturas fueron ejecutadas por Gumersindo Jiménez Astorga en 1894.
La Cruz cuenta con otros dos ángeles del silgo XVIII que son los que la acompaña habitualmente cada Viernes Santo y con la que está expuesta en el museo de la Archicofradía.
Único paso insignia que se procesiona en la Semana Santa de Antequera. El trono, compuesto por una peana de madera, tallada y dorada, fue también usado para el rosario de la aurora de los actos de la Coronación Canónica de la Virgen del Socorro en 1988.
La Cruz de Jerusalén surge como escudo del Reino de Jerusalén en la primera Cruzada, declarada por el Papa Urbano II en Clermont en el año 1095 con la intención de defender el Cristianismo. El simbolismo se centra en las cinco cruces que representan las cinco llagas de Jesuscrito: dos en las manos, dos en los pies y una en el costado. La Cruz mayor también simboliza a Cristo y las cuatro cruces pequeás a los cuatro Evangelistas.

Nuestro Padre Jesús Nazareno
Al finalizar la segunda década del siglo XVIII, la Cofradía de la Santa Cruz en Jerusalén, entonces ya más conocida como la de la Virgen del Socorro, estaba terminando las obras de su nueva gran capilla de planta hexagonal, por lo que entendió que era el momento de realizar una nueva imagen de Jesús Nazareno, la anterior de aspecto hierático y quizás de escaso valor y era propiedad de los frailes terceros.
El encargo se realizó a quien en el momento era el escultor más reputado de Antequera, Antonio Ribera, además el artista que hizo los retablos y toda la decoración de la capilla, era hermano de la Cofradía y devoto de la Virgen del Socorro.
La Escultura de vestir de Nuestro Padre Jesús Nazareno, tallada en madera y de tamaño natural, es la obra de un artista que esmera en conseguir una imagen de corrección formal al tiempo que busca «mover a devoción» a los fieles que se acerquen a contemplarla. No abusa de los recuros al uso para expresar un profundo dramatismo, propio del pasaje que representam sino que prefiere recurrir a la formalización de unas bellas facciones que transmitan la bondad que ha de manar del restro de un Jesucristo misericordioso que, al mismo tiempo, es Dios-Hombre.
La escultura es una figura de vestir, que tiene talladas la cabeza, los pies y las manos en madera de cerezo y los ojos de cristal. Presenta fijo los brazo y articulados los antemanos a la altura de los codos para facilitar la movilidad que permite sostener la cruz con ambas manos. El rostro, de expresión dulce y resignada en sus párpados caídos, presenta cejas rectas, nariz grande y de caballete plano, y boca entreabierta de labios finos. El tratamiento de la barba bífida y del bigote se dibuja en mechones cortos de pelo, mediante suaves golpes de gubia, lo que crea una cierta riqueza de claroscuro. El cabello, resuelto en lisas guedejas que caen sobre la espalda, monta sobre la oreja izquierda que queda vista, según fórmula que se repite desde el período manierista, mientras que la derecha apenas asoma el lóbulo de la misma.
En la estación de penitencia del Viernes Santo, representa a Jesús Nazareno con la cruz a cuestas ayudado por el Cirineo (imagen de 1879, tallada por Gabriel Astorga) y con la Santa Mujer Verónica (Realizada por José Romero Benítez en el año 1983) a sus pies.
Nuestro Padre Jesús Nazareno posee dos túnicas bordadas en oro, una en color granate de 1814, bordada por Antonia Palomo y otra con la que suele procesionar habitualmente los Viernes Santo, de color morado y con cola, bordada en el último tercio del siglo XIX por unos talleres granadinos.
Durante el siglo XIX y principios del XX procesionó en un trono de palio de puro estilo antequerano que fue vendido en 1921 a la Cofradía de Mena de Málaga.

Nuestra Señora del Socorro Coronada
Al igual que la imagen del Nazareno, fue cedida por los frailes terceros franciscanos que también la veneraban en la iglesia de Santa María de Jesús.
Aunque se desconoce el momento de su llegada a la iglesia, su primera referencia se encuentra en los años de creación de la cofradía, concretamente en febrero de 1620. Se trata de una imagen dolorosa de vestir de artífice desconocido. Restaurada en varias ocasiones, siendo la más notable la realizada por el escultor antequerano, Miguel Márquez García en el año 1792. Después, en 1960 Emilio del Moral Herranza la volivió a restaurar. Sería el escultor sevillano Francisco Buiza Fernández, quien en 1979 realizara la restauración más profunda, modificándole el cuello y tornando la postura levantada del rostro por la actual mirada baja.
El Obispo de Málaga Ramón Buxarráis Ventura coronó canónicamente a Nuestra Señora del Socorro en su festividad del 15 de agosto de 1988, en la antigua Colegiata de Santa María de Antequera.
El trono de palio actual se realizó entre 1876 y 1880. Los varales pasaron de diez a doce, colocándose en el frontal delantero exterior dos ángeles sosteniedo la Corona Real. En 1956 se amplio aun más, pasando a dieciséis varales. En el centro del techo palio, colgando, hay un agnelito de plata realizado por Francisco Durán a finales del XIX. La peana es de madera tallada del siglo XVIII, cuyo dorado actual se fraguó a mediados del XIX.
La Virgen posee dos coronas, una dorada de Diego Ruiz, de 1781, restaurada para su Coronación Canónica en 1988 y otra de estilo sevillano confeccionada por Seco Velasco en 1953. Dos mantos bordados que alterna en sus salidas del Viernes Santo; uno de terciopelo negro bordado en oro entre 1819 y 1820 por Antonia Palomo, y otro de terciopelo azul bordado entre 1866 y 1873 por Luis Reynes , restaurado en 2019 por Sebastian Marchante.
