Capillas Votivas
Las Capillas Votivas de Ntra. Sra. del Socorro
Aún perduran, no obstante contar con más de tres siglos en su haber, tres capillas de Ntra. Sra. del Socorro, tambien llamadas capillas votivas, en lugares estratégicos de la población, fruto de la fe y religiosidad de nuestros mayores. Entresacamos del inventario de bienes pertenecientes a la Archicofradía de la Santa Cruz en Jerusalén, donde se hallan catalogadas convenientemente con indicación de las escrituras en que descansa su autenticidad y el derecho de posesión y pertenencia. Vienen a ser como una prolongación de la Iglesia de Santa María de Jesús, mensajeras de su gran tesoro. Nuestra Señora del Socorro, tan antiguas como los desfiles procesionales de la cofradía, causa y origen de su longeva construcción, a cuya sombra nacieron y crecieron,
Su finalidad estaba relacionada con el acercamiento al pueblo a las sagradas imágenes de sus titulares sirviendo de escabel al mismo tiempo que de púlpito en su noble misión de mensajera de la señora a los criticadores del Reino y del sagrado Evangelio narradores de la misericordia infinita de nuestro buen Dios, así como de las bondades de su bendita madre. No se olvide en aquellos tiempos en que ella surgieron en el campo de la Iglesia antequerana, nuestras gentes de entonces tenían hambre de Cristo y te sus enseñanzas, razón por la que, aprovechando el numeroso concurso que solía estacionarse al paso de la procesión, desde determinados lugares que facilitaban la audición, se repartía el pan de la palabra a cargo de los predicadores de solvencia y capacidad acreditadas que, en ocasiones, dirigían escenificaciones de la vida y milagros de nuestro Señor Jesucristo, costumbre que se conserva el día de hoy en algunos pueblos amantes de sus tradiciones.
Los afanes de la cofradía y los cuidados de las autoridades, junto con sus aportaciones, permitieron en todo tiempo, su continuidad, No obstante, abre el caído en desuso de sumisión originaria.
Se trata de las 3 capillas levantadas en honor de nuestra señora del socorro, todo un bello tríptico, en las plazuelas del portichuelo, Santiago y Cruz Blanca, todas 3 auténticas pruebas de fe y religiosidad, al mismo tiempo que el verdadero orgullo de nuestra población, a la que embellecen grandemente.
La más antigua de las capillas, la del Portichuelo, construida en 1715, es en todos los sentidos una joya de la arquitectura vernácula antequerana, hoy en parte oculta por las sombrillas de tela que cobijan los veladores para refrigerio de los turistas. El profesor Antonio Bonet Correa llegó a decir de esta capilla que era “un ejemplo de primer orden para estudiar el proceso de sacralización de la ciudad-santuario-convento español”. Pero, además, desde el punto de vista arquitectónico es un raro ejemplo de coherencia tectónica, aunando una cierta complejidad espacial, un variado uso de materiales y una síntesis de estilos precedentes sin caer en una voluntad de historicismo precoz. Se ha dicho, lo dijo José María Fernández, que el Portichuelo y otros muchos edificios antequeranos del XVIII eran raros ejemplos de un singular estilo barroco-mudéjar. No le faltaba razón, pero le faltó decir que todo ello se llevó a cabo de manera no consciente –entonces los estilos aun no estaban sistematizados–, utilizando los elementos formales que veían en edificaciones precedentes de su propia ciudad más que en los libros clásicos de arquitectura o en las modas que, a través de los grabados insertados en diferentes tratados,llegaban desde la corte madrileña o del resto de Europa.
Hasta cierto punto, nos inquieta pensar quien pudo diseñar la capilla del Portichuelo, una arquitectura tan medida en proporciones, de tamaño relativamente menor, en la que con mucha gracia y sutileza se combinan los mármoles de colores, el ladrillo avitolado y elementos de tradición hispano-musulmana. Y. además, generando dos alturas: un soportal abierto en planta baja y un espacio ‘sagrado’ en la superior –presidido por un gran lienzo de la Virgen del Socorro–, distribuyendo en total seis espacios compartimentados, que serían siete si tenemos en cuenta la cúpula del central superior que se encaja en el volumen ciego del ático, rematado en un tejadillo a cuatro aguas, que a Bonet Correa le recordaba unode los pabellones del patio de los Leones de la Alhambra.
De mucha menor complejidad arquitectónica resulta la capilla votiva de la Cruz Blanca, obra de 1774 aunque dilatada su construcción en el tiempo por problemas con los edificios medianeros, propiedad de los carmelitas calzados del convento del Carmen, que levantó el alarife de la ciudad Martín de Bogas, quien ya entonces había construido las puertas de Granada (1748) y de Estepa (1749) y la capilla votiva de balcón de Nuestra Señora de los Remedios (1750), demolida en el siglo XIX, que se ubicaba en el solar que hoy ocupa el llamado edificio de San Luis, en la Alameda de Andalucía.
La localización de la capilla de la Cruz Blanca en el lugar formado por las calles Lucena y Santa Clara condiciona su doble planta de forma trapezoidal con triple arcada en cada uno de sus dos cuerpos. Como en el caso del Portichuelo la planta baja hace las veces de soportal público y la superior de capilla abierta donde se venera hoy un cuadro moderno de la Virgen del Socorro. Su decoración exterior de ladrillo raspado y tallado evidencia el carácter de arquitectura popular y vernácula, manejando a su vez elementos ya conocidos del lenguaje culto como las pilastras y arcos almohadillados o los cuatro estilizados estípites que enmarcan la arcada superior. Sabemos, por referencias documentales, que esta capilla de la Cruz Blanca tuvo que ser reparada en numerosas ocasiones debido a su estado de casi ruina. Ello nos lleva a pensar que en origen pudo tener un cuerpo ático superior, que remataría con mejor lógica el edifico, y que quizás fue eliminado por razones de estabilidad en alguna de las obras de consolidación.
La última capilla votiva de la Virgen del Socorro conservada es la existente en la plaza de Santiago. Está documentada su existencia desde el año 1656 y posiblemente fuese reconstruida en el siglo XVIII, fecha del actual cuadro de la Virgen del Socorro. Sin embargo, al siglo XX nada llegó de lo antiguo, salvo una sencilla hornacina de limitado espacio en el que se exponía el referido cuadro. En el año 2004, tras el derribo de la casa en la que se encontraba dicha capilla, para la construcción de una nueva casa, Jesús Romero Benítez diseñó el nuevo espacio para el cuadro de la Virgen del Socorro, el diseño afín al estilo y lenguaje de los alarifes antequeranos del siglo XVIII, con evidente intención historicista, que pudiera dialogar en tono menor con dos edificios de gran singularidad en aquel ámbito urbano, como las fachadas de las iglesias de Santa Eufemia y Santiago, ambas obras documentadas del alarife-arquitecto Cristóbal García.
La utilización de ladrillo antiguo procedentede derribo en la nueva capilla le confirió a su formalización un marcado carácter vernáculo, en sintonía con las antiguas capillas del Portichuelo y la Cruz Blanca, convirtiéndola así en la hermana menor de éstas. El antiguo cuadro de la Virgen del Socorro, que se encontraba muy maltrecho por su exposición a los agentes atmosféricos, fue restaurado entonces por Marisa Olmedo en el Centro Municipal de Patrimonio Histórico, en el mismo tiempo en el que se levantaba el nuevo edificio. Con todo ello una capilla votiva, que apenas era una sombra de lo que fue, pasó a cobrar un nuevo protagonismo urbano y simbólico acorde con su propia historia y significación.
Independientemente de las mencionadas capillas votivas, son numerosas las casas de Antequera en las que su fachada se ve adornada con la Cruz de Jerusalén, escudo de esta Archicofradía, como testimonio de cariño hacia la misma y devoción a sus Sagrados Titulares.