Coronación Canónica

Coronación Canónica de María Santísima del Socorro

Con el rito de Coronación Canónica a una imagen de la Virgen, reafirma la iglesia que “Santa María Virgen es tenida e invocada como reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Colaboradora augusta del Redentor, Discípula perfecta de Cristo y Miembro supereminente de la Iglesia” (Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino, ritual de la coronación de una imagen de Santa María la Virgen)

El rito de la coronación fue conformado en el siglo XVII para las imágenes que eran coronadas en nombre del Cabildo Vaticano. En el siglo XIX se extendió a toda la iglesia, terminando por incorporarse al Pontifical Romano para imágenes de gran devoción.

El sábado 6 de Agosto de 1.988, con el Pregón a cargo de Don Juan Manuel Moreno García, dieron comienzo los actos y cultos organizados por la Archicofradía con motivo de la Coronación Canónica de su titular, Nuestra Señora del Socorro.

En días posteriores, tuvieron lugar la celebración de Juegos Florales en honor de la Santísima Virgen, el Quinario de la Coronación y el traslado en Rosario de la Aurora de la imagen de la Virgen del Socorro, desde su sede de la iglesia de Santa María de Jesús hasta la antigua Colegiata de Santa María la Mayor, donde sería coronada.

A las 19,30 horas, en la ya citada Colegiata de Santa María, se celebró el solemne Pontifical de Coronación de Nuestra Señora del Socorro, oficiado por el Excmo. y Rvdmo. Monseñor D. Ramón Buxarrais Ventura, entonces Obispo de Málaga, quién ayudado por el entonces Hermano Mayor de la Archicofradía, D. Gonzalo Ruiz Rojas, coronó a la Santísima Virgen.

La ceremonia de la Coronación tuvo como Madrina de Honor a S.M. la Reina Doña Sofía de España y como Padrinos a la Comunidad de Madres Franciscanas de los Sagrados Corazones de Jesús y María y al Regimiento de Infantería de Regulares de Melilla 52.

Terminada la ceremonia, Nuestra Señora del Socorro, acompañada por el pueblo de Antequera, fue procesionada por diversas calles de la ciudad hasta llegar de nuevo a su templo, situado en la denominada Plaza del Portichuelo, en la que hubo una quema de fuegos artificiales que puso fin a los cultos y actos de la coronación.