Historia
Historia de la Archicofradía
Los frailes Terceros, en el año 1527, fundaron en Antequera, en su barrio del Portichuelo, una cofradía con el título de Jesús Nazareno, que todos los años procesionaba en las mañanas del Viernes Santo. Al poco tiempo compraron los cofrades el sitio para su capilla.
Así las cosas, sucedió que al establecerse los P.P. Dominicos en nuestra ciudad, con fecha 24 de Agosto de 1586, en virtud de un privilegio de S.S. Pío IV, en el que les facultaba a agregar a sus iglesias todas las cofradías del nombre de Jesús, entablaron un pleito con la cofradía de Jesús Nazareno reclamándola para sí, lo que realmente consiguieron a la altura del año 1617, haciéndose cargo de los enseres cofradieros y dando por terminados los días de la misma. Ello no fue inconveniente para que a los tres años, la Santa Sede facultase el establecimiento de otra cofradía en la misma iglesia, con diverso nombre, pero con los mismos cofrades y frailes Terceros y que tomó por nombre de la Santa Cruz en Jerusalén, Jesús Nazareno y Nuestra Señora del Socorro. Sus primeros Estatutos fueron aprobados por el Iltmo. Sr. Luis Fernández de Córdoba, Obispo de Málaga, con fecha 21 de Febrero de 1620.
A partir de entonces, habida cuenta de que la cofradía perjudicada se reorganizó con otro nombre al poco tiempo, comenzó la denominación de “La de arriba” y “La de Abajo”, dada su posición descendente y ascendente en la topografía de nuestra ciudad.
Era uso y costumbre, dentro de las actividades de las diversas cofradías, unirse y agruparse, lo que entre otras cosas, las permitía participar mutuamente de los bienes espirituales respectivos además del apoyo mutuo que se prestaban, generando no pocos beneficios en favor de sus cofrades y de todo el pueblo piadoso.
Por lo que hace a la cofradía de la Santa Cruz en Jerusalén, se halló unida a la del Santísimo Sacramento de la parroquia del Salvador , ubicada en las inmediaciones del patio de armas del castillo y que con posterioridad pasó a la iglesia de San Miguel, permaneciendo este hermanamiento hasta su fusión en la última década del siglo XX.
En el siglo XIX, llegada la denominada Desamortización de Mendizabal por la que se disolvían todas las Ordenes Religiosas, a excepción de las creadas para la beneficencia pública, la iglesia de Santa María de Jesús pasó por serios peligros de incautación que se vieron salvados gracias a la fortaleza y constancia de los cofrades.
Real Cofradía.- Suprimidas las cofradías, como queda dicho, estas no podían seguir funcionado legalmente, prolongándose esta situación hasta la restauración monárquica del Rey Alfonso XII en 1874. No obstante, mucho antes, la Cofradía logró su restauración jurídica, en virtud de un Real Decreto de S.M. La Reina Isabel II promulgado en 1861 en cuyo año fue nombrada Hermana Mayor de la cofradía de la Santa Cruz en Jerusalén y de María Santísima del Socorro.
Título y Prerrogativa de Archicofradía.- Su Santidad Pío IX otorgó a través de dos Breves Pontificios dos concesiones de indudable interés para la Cofradía. El primero asociando a la iglesia de Santa María de Jesús de Antequera, a la Basílica del Salvador, también de San Juan de Letrán en Roma, fechado en 19-XII-1876. En virtud del segundo,en el año 1877, concedió el Título y Prerrogativa de Archicofradía a la misma.
En el siglo XX, la Archicofradía pasó por numerosos altibajos, fiel reflejo de todos los acontecimientos vividos en España, siendo lógicamente en los años treinta cuando la Cofradía padece gran desconcierto e importantes pérdidas en su patrimonio, destacando también como adversos los años sesenta en los que dentro de la misma se produce un gran decaimiento que hace pensar en su extinción hasta que en 1969 se produjo una importante renovación en su Junta Directiva, encabezada por D. Gonzalo Ruiz Rojas, en la que se dio entrada a una serie de personas de diversa índole social y edad, que hicieron que el Viernes Santo de ese año y tras diez años sin hacerlo, los tres pasos de la cofradía volvieran a realizar su desfile procesional por las calles de Antequera, iniciándose así otra etapa de esplendor en la Cofradía que perdura hasta nuestros días